Este pasado lunes, 19 de noviembre, fue el Día Internacional del Hombre, una fecha simbólica celebrada en muchos países, pero completamente ignorada en España.
Ese día escribí esto en Mastodon:
Hoy es el #DiaInternacionalDelHombre.
Los medios podrían recordar que en 🇪🇸 hoy los ♂️:
viven 5'34 años menos,
sufren un 50% más de fracaso escolar,
ganan la tutela en el 4'5% de los divorcios,
son el 75% de suicidas,
el 63% de víctimas de asesinato,
el 80% de sin techo,
el 94% de muertos en accidentes de trabajo,
el 93% de los presos,
el 42% de nuevos titulados universitarios,
etc. [fuentes: INE, MECD, CGPJ]¿Qué menciona el Telediario?
Que hoy empieza la Semana Contra La Violencia de Género.
Incluí estos nueve datos estadísticos que señalan situaciones o aspectos en los que son los hombres los que se llevan la peor parte (y solo estos nueve) porque eran todos los que me cabían en el toot. Podrían haber sido bastantes más. Abrevié “España” y “hombres” en forma de emojis precisamente para poder incluir más información relevante.
Como apenas tengo audiencia en Mastodon, y la idea me parecía interesante e inédita (no había visto ninguna reflexión parecida), la compartí con unos pocos amigos cercanos en WhatsApp y en Telegram.
La reacción más frecuente fue el silencio. Aparte de eso, recibí estas respuestas:
- “Bien hecho!” Un comentario sincero (creo).
- “Jajaja, que lastima!” Un comentario sarcástico para con los problemas de los hombres (creo).
- “… haciendo amigos entre el pensamiento dominante…!!” Solidario, pero cauteloso.
- “Los iconitos y el ‘¿Qué menciona el Telediario?’ te acercan peligrosamente a la carnaza de Facebook.” O sea: “por la forma me recuerda a desinformación o a propaganda que veo en otros sitios”. Pues vale. Pero, ¿qué opinas sobre el fondo?
- “Joder, tan mal estamos?” No lo sé; son datos objetivos, estadísticos. Y solo unos pocos. Que juzgue cada cuál qué significan.
- “jajajaja, y aun así dominais el mundo…..” Esta fue la respuesta que más me asombró. No cabe mayor disonancia cognitiva ni sesgo de confirmación: esta mujer ve una selección de indicadores objetivos que sugieren que los hombres son claramente la parte “perjudicada” en unos cuantos ámbitos básicos de la vida (fracaso escolar, violencia, mendicidad, títulos universitarios, accidentes laborales, etc) y, lejos de replantearse sus convicciones, es capaz de utilizar esta evidencia para reforzar su convicción opuesta de que “los hombres dominan el mundo”…
- “Muy buena!! 👏👏 Parece que nadie se acuerda ya de los derechos de hombres…”
- “Que bueno!!!”
- “Verdad verdadera.”
Mi amigo Matías me contestó (en privado): “Interesante! No sé qué decirte. Hay datos que hablan por sí solos (presos, por ejemplo). Pero cualquier intento de analizar los datos supone incluir un sesgo.” Y también: “Entiendo tu postura. Y me parece muy coherente. Pero el país en el que yo vivo, el que veo todos los días, todavía no da las mismas oportunidades a hombres que a mujeres.”
Yo veo las cosas de otra manera (en el país en el que yo vivo, en general, las mujeres no tienen menos oportunidades que los hombres). Así que Matías y yo intercambiamos unas pocas ideas, y la cosa quedó ahí. Unos días después, me mandó un enlace a este titular de El País, con el comentario “¿Qué opinas? 😉”
Galicia, la primera comunidad en acabar con la falda obligatoria en los uniformes
Empecé a escribirle una respuesta, pero mientras lo hacía pensé que podría ser un mensaje abierto, y publicarlo aquí. Por qué no. Lo que sigue (y cierra este post) es mi respuesta a Matías sobre esta noticia de El País.
Espero que esta pequeña reflexión ayude a alguien a reconsiderar ideas preconcebidas.
…y a otros, supongo, a reforzar sus sesgos cognitivos previos.
Matías,
buena noticia de ejemplo. Usemos el asunto de la vestimenta según sexos.
Estoy de acuerdo con este cambio, por supuesto. Es injusto que se obligue a un sexo a hacer algo que no se obliga a hacer al otro sexo — sea por ley o por presión social — cuando no hay buenas razones biológicas objetivas.
Ahora piensa en los códigos de la ropa en España, 2018. Con objetividad, ignorando la socialización. ¿Quién tiene más libertad a la hora de vestir, hombres o mujeres? ¿A quién constriñen más las costumbres y la presión social?
En los años ’60, mi madre y sus compañeras del colegio (en un pueblo campesino de Andalucía) empezaron a llevar pantalones. Era un escándalo al principio. Más de medio siglo después, ningún hombre lleva falda, jamás.
Ningún hombre se maquilla. Ni se pone tacones de 15 cm para destacar entre los demás hombres. Ningún hombre se pone un vestido. Incluso ciñéndose al código de trabajo (pantalón largo, camisa, chaqueta), los pocos colores de los hombres son siempre planos, oscuros, discretos (en cambio, mira los colores y patrones de ropa “formal” de muchas mujeres, desde las ministras a las directivas). Un hombre que quiera lucir bíceps, torso o culo no puede llevar prendas ceñidas (como sí pueden hacen las mujeres), sin pasar automáticamente como estrafalario u homosexual. Los hombres no se ponen camisetas por encima del ombligo. Y por supuesto, no se nos ocurre ir a una reunión de trabajo enseñando la pantorrilla, los dedos de los pies, la espalda, los hombros, el pecho o las axilas (todo esto sí pueden hacer las mujeres, con poco o ningún coste).
¿Y por qué querríamos hacer esto? Las faldas son cómodas (supongo). Con maquillaje, uno puede parecer más joven y más atractivo. Las camisetas de tirantes son lo más cómodo en verano, o haciendo deporte. Usar más colores ayuda a “des-uniformizar” y da muchas más opciones a quien quiera expresarse a través de la ropa. O sea, la ropa “de mujer” tiene algunas ventajas objetivas. (Y aunque no encontrásemos ventajas objetivas, corresponde a cada persona decidir si tiene alguna ventaja para ella.)
Una mujer puede vestir como un hombre prácticamente siempre, y no pasa nada. Pantalones, chaqueta, zapatos, corbata. Lo que sea. Puede maquillarse, o no. En la reunión con los clientes puede enseñar canalillo, llevar la melena suelta e insinuar (o incluso mostrar) sujetador o tanga bajo la ropa. O puede vestirse como una Ursulina. Todas las opciones se aceptan. Imagina todo lo anterior, en un hombre.
Si estás pensando: “¡Pero es que ningún hombre quiere llevar falda ni vestirse a lunares de colores! Este asunto que sacas es un no-problema” es que no te has quitado el condicionamiento social. Examínalo como lo haría un antropólogo venido de Marte. Si el coste reputacional de llevar falda fuese cero (como lo es para las mujeres), por supuesto que tú y yo llevaríamos falda en verano a veces. Yo iría por la calle en camiseta de tirantes. Me maquillaría para ir entrevistas de trabajo (si supiese que eso no va a hacer que me descarten). Recuerda: en el pueblo de mi madre, en los ’50, si preguntases a las niñas: “¿tú quieres llevar pantalones?”, seguramente todas dirían que no, en absoluto. Eso no significa: “no, prefiero que me quiten la libertad de hacer eso” (no tiene ningún sentido renunciar a una libertad cualquiera). Significa: “no, no quiero, porque haría un ridículo espantoso, y sería la comidilla del pueblo”. Cuando dejó de ser raro llevar pantalones, muchas mujeres empezaron a llevar pantalones. Obviamente. Otro ejemplo: cuando preguntan a las mujeres que llevan burqa si lo hacen voluntariamente, suelen responder que sí. ¿Nos lo creemos? ¿O lo hacen por presión social (y en algunos casos, también legal)?
A nuestro antropólogo de Marte le enseñan esta foto, y le preguntan: “en lo referente a la ropa, ¿qué sexo tiene más libertad, y qué sexo vive más condicionado, en este país terráqueo, en 2018?” ¿Qué contesta el marciano?
Otra derivada: Los feministas se quejan porque los medios se fijan más en el físico y la ropa de las famosas. ¿Cómo no va a ser así, cuando las famosas “usan” su físico muchísimo más, se maquillan, enseñan más partes de su cuerpo, y voluntariamente se salen del código formal de pantalón-camisa-corbata? ¿Acaso no hablarían y criticarían los medios el cuerpo y la ropa de los políticos, los deportistas, los actores… si éstos se vistiesen como se visten sus compañeras mujeres? Pero no lo hacen. Entonces, ¿por qué comparamos la reacción a unas y a otros?
Imagina los titulares, las fotos y los comentarios si Rajoy veranease en Sanjenjo en bañador marcapaquetes, que es el equivalente estricto para hombres de un bikini normal. (De nuevo: estos bañadores tienen varias ventajas frente a las bermudas-sábana que solemos usar los hombres; yo los usaría para nadar cómodo y para tomar el sol si no fuese porque se consideran ridículos en la playa.)
El ABC parece muy machista comentando el maquillaje y la indumentaria de las ministras… pero lo parece, en gran parte, por el sencillo motivo de que los ministros no se maquillan y van todos siempre vestidos casi igual.
En los colegios gallegos, ¿van a fomentar que los niños (♂) también lleven falda cuando haga mucho calor, o simplemente cuando una mañana no encuentren un pantalón limpio en el cajón? ¿Los feministas van a ser igual de implacables persiguiendo las burlas que sin duda sufrirán esos niños? Es más, los feministas hombres, ¿van a ser coherentes y a predicar con el ejemplo, vistiendo a veces como visten sus mujeres, para ayudar a eliminar cualquier tipo de discriminación?
Insisto: la medida de la noticia me parece muy bien. Pero en esto, como en muchas otras cosas, hay un doble rasero. Siempre detectando discriminaciones o injusticias contra las mujeres, incluso las muy pequeñas, cuando hay otras tantas que perjudican a los hombres. Pero esas no nos paramos a verlas.
En España, en 2018, no hay un machismo rampante. Ni mucho menos un machismo estructural, o un heteropatriarcado opresor. Lo que hay es un poco de sexismo. A veces “perjudica” a las mujeres, y a veces “perjudica” a los hombres. Está bien luchar contra esos desequilibrios, pero solo si somos honestos y objetivos, y somos capaces de ver los dos lados de la moneda.